TRAMO 3: Muy cerca del cielo

Etapa 3 – Singularidades de la Val d’Aran
De Boí – Taüll a Vielha. 60 km
Entramos en la Val d’Aran, un territorio de los Pirineos con lengua propia y la singularidad de una arquitectura, una naturaleza y una gastronomía condicionadas por su orientación geográfica.
Val d’Aran
Amanece en la Val d’Aran. La orientación atlántica de este valle, con casi un tercio de su territorio por encima de los 2.000 metros, marca el clima y la tipología de las especies de sus bosques, diferentes a las que encontramos en otras partes de los Pirineos. Pronto comprobamos que en este lugar las cosas son sensiblemente diferentes a lo que hemos visto hasta ahora. En Vielha, capital de la Val d’Aran, un cartel que anuncia una feria de artesanía hèt a man, hèt aciu (hecho a mano, hecho aquí) nos recuerda que, para empezar, aquí se habla otra lengua, el aranés. La arquitectura también es peculiar, con pueblos de piedra que crecieron alrededor de una iglesia y otros colgados de las laderas de las montañas, con amplias vistas sobre el valle.
Cascada de aguas glaciares
Desde Vielha conducimos siguiendo el curso del río Garona hasta uno de los lugares más pintorescos de la Val d’Aran, Artiga de Lin, una sucesión de verdes prados, barrancos y ríos que forman uno de los valles más bellos y de más fácil acceso de la Val d’Aran. A partir de aquí, una corta caminata nos acerca a Els Uelhs Deth Joeu, una cascada que se alimenta de las aguas del glaciar del Aneto. El fenómeno es excepcional, ya que el curso de agua desaparece cuatro kilómetros más arriba, en el valle de Benasque, para resurgir en este lugar con toda su fuerza.
La fauna pirenaica
Los bosques en esta parte de los Pirineos son el hábitat de marmotas y grandes cérvidos. Cuando llega el otoño, el espectáculo de la berrea de los ciervos pone la banda sonora a esos bosques. A lo largo de nuestra caminata sabemos que los animales están ahí, pero son difíciles de ver, así que por la tarde optamos por visitar Aranpark, en Bossòst, un pueblo de arquitectura típica aranesa. En este parque de fauna, tanto niños como mayores nos asombramos ante la imponente presencia de los osos pardos, los linces y los lobos grises. Para cerrar el día volvemos a Vielha. Si la visita coincide en martes, podemos participar en algo que ya es toda una institución en este valle, el Pintxo Pote. Por el casco antiguo, una ruta lleva de bar en bar para disfrutar de la gastronomía en miniatura.










