TRAMO 1: Viñedos con Sabor a mar
Barcelona, la gran ciudad del Mediterráneo, será el inicio de este recorrido que nos lleva hasta la Tarragona romana.

Etapa 4 – Rumbo al Penedès
De Solsona a Sant Sadurní d’Anoia. 151 km
Los paisajes del Solsonés me dan los buenos días entre brumas. Tras visitar una de las Ciudades con Carácter la ruta se adentra en territorio del Penedès, donde se elabora vino y cava bajo dos históricas denominaciones de origen.
Vall de Lord
Aunque Vall de Lord está a una veintena de kilómetros al norte de Solsona, este pequeño desvío en la ruta merece la pena. Al amanecer, las brumas matinales emergen del pantano de la Llosa del Cavall, cuyo entorno paisajístico favorece la práctica de deportes de aventura como la escalada, el barranquismo, el parapente o las rutas en BTT. El juego de las luces que se cuelan entre la niebla deja una docena de impactantes imágenes en la tarjeta de mi cámara de fotos. Cuando el sol ya calienta lo suficiente, alquilo un kayak para remar por esas aguas de color turquesa intenso. Con un último vistazo al paisaje desde uno de los puentes que cruzan el embalse, cojo la hermosa carretera que sigue el desfiladero del río Cardener para llegar hasta Solsona.
Gigantes en Solsona
Durante la visita guiada a esta ciudad, con un buen patrimonio barroco, veo cosas tan curiosas como la colección de enormes figuras del Cuarto de los Gigantes, donde muestran todo el bestiario que desfila por las calles en los días de fiesta. El santuario del Miracle se encuentra a apenas doce kilómetros de Solsona, Ciudad con Carácter. Su altar barroco es motivo suficiente para plantearse una visita. El viaje sigue en dirección sur, entrando de nuevo en la provincia de Barcelona, con diferentes opciones para hacer una parada, como Cardona con su castillo y las minas de sal, el Poble Vell de Súria, que se eleva sobre el margen izquierdo del río Cardener y fue un importante enclave en la ruta de la sal; o Manresa, Ciudad con Carácter con un buen patrimonio modernista.
El jardín del Penedès
El corazón del Penedès, tierra con una larga tradición vitivinícola, es mi próximo destino. Su viñedo está encajado entre Montserrat y el mar Mediterráneo, un paisaje marcado por algunas suaves ondulaciones del terreno y grandes planicies que establecen una analogía con ese mar que le da carácter. En Sant Sadurní d’Anoia visito el Centro de Interpretación del Cava, donde a través de las diferentes salas descubro la historia, los protagonistas y la arquitectura de esta bebida tan emblemática. El extenso viñedo del Penedès tiene hechuras de jardín, anoto en mi diario de viaje tras dedicar parte de la tarde a visitar algunos de los miradores de la ruta Miravinya, cinco atalayas con magníficas vistas sobre un paisaje vinícola del Alt Penedès salpicado de márgenes y barracas de piedra seca. Acabo el día con una cata vertical en una de las legendarias bodegas del Penedès, en la que me enseñan a apreciar las sutiles diferencias que el paso del tiempo otorga al vino.











