TRAMO 1: Viñedos con Sabor a mar

Barcelona, la gran ciudad del Mediterráneo, será el inicio de este recorrido que nos lleva hasta la Tarragona romana.

Etapa 6 – Silencio, paz y la esencia del paisaje mediterráneo

Etapa 6 – Silencio, paz y la esencia del paisaje mediterráneo

De Sant Salvador a Tarragona. 84 kmSantes Creus es uno de los edificios históricos más importantes de Catalunya. Desde tierras del Císter, carreteras secund...

De Sant Salvador a Tarragona. 84 km
Santes Creus es uno de los edificios históricos más importantes de Catalunya. Desde tierras del Císter, carreteras secundarias van conectando joyas como Montferri o Altafulla, para acabar el día y la ruta en la Part Alta de Tarragona.

Tierras del Císter

Empiezo la mañana en la ribera del río Gaià, ante la puerta de Santes Creus, uno de los grandes monasterios catalanes. Al contrario que los otros dos monasterios de la Ruta del Císter, hoy habitados de nuevo, Santes Creus quedó despoblado tras la desamortización de Mendizábal. Fue el lugar de reposo escogido por dos reyes catalanes, en su interior podemos ver los impresionantes sepulcros reales y un notable conjunto de vidrieras.

De nuevo hacia el mar

Hermosas carreteras comarcales rodeadas de viñedos me llevan hasta Montferri. En una pequeña atalaya se levanta un santuario obra de Josep Maria Jujol, colaborador de Gaudí. La planta del santuario tiene forma de barco orientado a las montañas de Montserrat, en cuyas formaciones rocosas se inspira. Me acerco de nuevo a la costa pasando junto a Altafulla, una localidad con un buen casco histórico, conocido como Vila Closa, y un barrio marítimo, Les Botigues, que todavía conserva el sabor marinero de antaño. Al llegar a Tarragona me voy a recorrer el barrio de la Part Alta y entro en la Casa Castellarnau, un valioso ejemplo de arquitectura burguesa entre las casas nobles que encontramos en la calle Cavallers.

Buena vida en Tarragona

En la puerta de la Catedral me espera el guía que me va a llevar por los diferentes espacios: nave, claustro y ascenso al campanario, una visita con más intrigas, traiciones, luchas, pactos y secretos que la mejor de las series. Al caer la noche, con todo el patrimonio romano iluminado, cojo mesa en un restaurante con poco más de media docena de mesas y la cocina abierta, donde me dejo recomendar por unos jóvenes cocineros muy comprometidos con la cocina de productos de cercanía, en la que no faltan los buenos pescados que llegan directos de la Lonja de Tarragona y los vinos naturales.